top of page

Filipinas: una democracia pobre y a la deriva

El pasado 9 de mayo los filipinos votaron a favor de Rodrigo Duterte, un candidato de lo más peculiar. Este personaje ha dado mucho que hablar en la prensa internacional por su forma de decir las cosas, sin pelos en la lengua. Ahora que el populismo está de moda, es la ocasión para ver qué es lo que está haciendo Duterte al mando de su país. Al margen de esto, también hay que preguntarse qué es lo que ha llevado a la población a votar por un candidato populista.




Contexto


Colonia española desde el siglo XVI, Filipinas fue cedida a Estados Unidos en 1898. En 1935 comienzan a hacerse oír reclamaciones independentistas y el proceso termina el 4 de julio de 1946. La Republica de Filipinas está actualmente compuesta por más de 7000 islas que se extienden en una superficie de unos 300 000 km² para un poco más de 100 millones de habitantes (a título de comparación España tiene 504 645 km² para unos 46 millones de personas). El equilibrio demográfico sufre un desequilibrio latente ya que tan solo 2000 islas están habitadas y las 11 más grandes ocupan el 90% del territorio con ciudades como Quezon City (2,9 millones de habitantes), Manila (1,7) o Davao (1,6) cuyo ex-alcalde es el actual y controvertido Presidente.


Promesas y medidas de Rodrigo Duterte


El ex-alcalde de la ciudad de Davao fue elegido Presidente el pasado 9 de mayo y entró en funciones el 30 de junio de 2016. Sus promesas jugaron un papel crucial en su elección así como su experiencia en la lucha contra el crimen en la ciudad que gobernaba.


Mano dura. Duterte ha prometido acabar en seis meses con los criminales y el tráfico de drogas en el país, y así lo está haciendo con métodos tan radicales como controvertidos. Si la pena de muerte fue vetada en 2006, a Duterte le trae sin cuidado. Su plan convierte a los ciudadanos en justicieros. “Si están en tu barrio, no dudes en llamar a la policía o hazlo tú mismo si tienes una pistola. Tienes mi apoyo”, proclamó en una campaña. Aunque la prensa lo compara con Trump, declaraciones como esta dejarían al magnate en pañales. Además, ha creado escuadrones de la muerte para acabar con traficantes y consumidores, naturalmente de forma totalmente extrajudicial. De hecho, a finales de septiembre el presidente filipino hizo las siguientes declaraciones: "Hitler masacró a tres millones de judíos. Ahora hay aquí tres millones de adictos. Me gustaría masacrarlos a todos". Al margen de que fueron seis millones de judíos, y no tres, queda por ver hasta dónde llega su masacre. En tres meses la cifra de asesinados sobrepasaba los 3500. Los jefazos del tráfico de drogas han reaccionado subiendo la recompensa por la cabeza de Duterte a un millón de dólares.


Como en los grandes medios solo nos hablan de la "guerra sucia" contra las drogas, veamos que hay de más. Si en los seis años que tiene por delante hace honor a sus promesas, entonces debería promover le educación sexual y los anticonceptivos, las bodas homosexuales y los derechos de la comunidad LGTB. Todo esto en un país donde la Iglesia católica tiene un gran poder y el divorcio o el aborto son ilegales.


En su programa también se hacía mención a revisar un modelo centralizado poco apropiado para el país y favorecer un modelo más federal. Por si fuera poco, ha sido de los primeros en hablar de la histórica opresión de la minoría musulmana de Mindanao y pretende negociar un acuerdo de paz con el Frente Moro de Liberación. Esto último merece una aclaración.


La fragmentación geográfica hace difícil el control de un Estado centralizado. De ahí que en la región sureña de Mindanao varios grupos musulmanes aspiren a independizarse del resto del territorio a mayoría cristiana. El conflicto dura desde 1960 con afrontamientos regulares. En marzo de 2014 el ex-presidente Benigno Aquino III lograba la firma de un acuerdo de paz a cambio de una zona autónoma, deteniendo así un conflicto que se ha saldado con más de 150 000 muertes. Sin embargo, desde entonces otros grupos más radicales han llevado a cabo nuevos ataques y el Congreso filipino ha invalidado el acuerdo de paz por su inconformidad con la Constitución en febrero de 2016.


Otro de los desafíos a los que se enfrenta Filipinas, y por lo tanto Duterte, es la disputa por la frontera marítima con China. Para resolver el contencioso parece privilegiar la negociación: “La mejor opción sería abordarlo sin enfrentamientos. Todos los filipinos tenemos algo de sangre china y yo creo que los chinos son gente razonable”.


Como método de presión hacia Occidente, el Presidente amenaza con salir de la ONU y crear un nuevo cuerpo internacional acercándose a China y con los países africanos. Aunque también anunció durante su campaña electoral querer ir personalmente, en moto de agua, a una isla disputada por China para plantar la bandera filipina... Si bien es posible estrechar lazos con China aun teniendo problemas fronterizos como lo ha hecho la India, Duterte no parece ser el diplomático más adecuado.


En cuanto a sus relaciones con otros líderes principales, no se lleva bien con ninguno, para sorpresa. La Unión Europea y Estados Unidos criticaron sus métodos en la guerra contra las drogas. Duterte les reservó un momento de atención en el que llamó "hijo de puta" a Obama y dedicó el dedo corazón a la UE. Todo esto tras resaltar su hipocresía. En el caso de la UE por denunciar sus métodos cuando dejan morir a los refugiados a sus fronteras en condiciones inhumanas. En el caso estadounidense se limitó en mostrar una foto de 1906 en la que soldados americanos posaban en medio de cuerpos de musulmanes.


Esto suscita una contradicción fundamental: hace tiempo que Filipinas tiene relaciones privilegiadas con Washington. En 2013, 4,8 millones de filipinos vivían en el extranjero, de los cuales 3,1 millones en EEUU. En 1951 se firmó un acuerdo de defensa mutua en caso de agresión y desde 1999 hay fuerzas americanas en bases militares filipinas por la lucha contra grupos terroristas islámicos. La ayuda financiera americana también iba en aumento: en 2015 se destinaron 50 millones de dólares y en 2016 la ayuda aumentó a 79 millones. Pero probablemente los americanos no contaban con la elección de Duterte…


Ahora que conocemos un poco mejor a Rodrigo Duterte, pasemos a ver si pasado del país ha podido influír en su elección. Un poco de Historia nunca viene mal.


Dictadura Conyugal


Llegado al poder en 1965 al ganar las elecciones presidenciales, Ferdinand Marcos lanzó en el país un extenso plan de obras públicas. Los trabajos de infraestructura tenían por meta la provisión de agua potable para la mayoría y el autoabastecimiento energético sobre todo. El lado oscuro de esta serie de reformas económicas fue que en todos los programas se involucró a las fuerzas armadas, ganándose Marcos el respeto de los militares.


En 1969 Ferdinand Marcos se hizo de nuevo con la victoria en las elecciones presidenciales: primer capítulo de la saga de la corrupción. En efecto, las elecciones se vieron empañadas por una ola de violencia debida a la compra masiva de votos y cargos de fraude electoral. Más tarde se demostró que Marcos también había tomado prestados 56 millones de dólares del tesoro nacional para invertir en su campaña.


En 1970 surgieron masivas manifestaciones estudiantiles que se fueron multiplicando, lo que obligó en septiembre de 1972 a establecer la Ley Marcial. Se ordenó la detención de manifestantes y principales referentes de la oposición. Después, el Parlamento fue clausurado, se abolió la constitución de 1935 y una nueva más acorde con las intenciones de los Marcos entró en vigor en 1973. La Ley Marcial cesó en 1981, pero en la practica la veda seguía vigente. La libertad de expresión así como la de prensa habían sufrido un varapalo importante: la única prensa legal era la oficial. El matrimonio gobernaba por decretos. El régimen cacique se preocupó de acabar con la oligarquía de las grandes familias terratenientes para reemplazarla por otra más afín a su causa. Se confiscaron así todos los negocios de escala para depositarlos en manos de parientes, amigos o socios.


Mientras tanto, Imelda Marcos viajaba por el mundo adquiriendo propiedades de lujo aquí y allá, así como obras de Botticelli y Miguel Ángel. La leyenda también cuenta que Imelda llegó a tener hasta 3000 pares de zapatos. La corrupción reinante y el asesinato de Benigno Aquino en 1983 contribuyeron a la caída de la dictadura. En 1986 una serie de movilizaciones ciudadanas no violentas que duraron cuatro días forzaron el exilio del matrimonio. Fue la revolución conocida como EDSA o “Poder del Pueblo”. Corazón Aquino, mujer del asesinado, tomaba entonces el mando del país y ordenaba la creación de una comisión de investigación para encontrar los fondos fugados de los Marcos. Mientras tanto, uno de los hombres más corruptos del planeta disfrutaba de su fortuna tergiversada (de entre 10 000 y 15 000 millones de dólares según las estimaciones) en Hawái junto con su mujer.


Sin embargo, ya son 30 años los que distancian a Filipinas de su dictadura particular, ¿Cuánto ha cambiado el archipiélago en ese lapso?


Una democracia imperfecta


No se trata de analizar los varios gobiernos que se han sucedido desde el fin de la dictadura conyugal, sino más bien de mostrar las flaquezas de la democracia a la que se pasó.


El 23 de noviembre de 2009 un convoy compuesto por periodistas, abogados y militantes de los Derechos Humanos es interceptado por unos paramilitares armados. En él también iban la esposa y la hermana de un candidato a gobernador, candidato opositor a la familia Ampatuan que estaba entonces en el poder. A plena luz del día fueron asesinadas 58 personas. Siendo 32 de ellos periodistas, la masacre se convierte en la peor para la historia del periodismo y hace de Filipinas el país más peligroso para ejercer dicha profesión según Reporteros Sin Fronteras. Un título rara vez atribuible a una democracia…


Filipinas es un Estado en el que una oligarquía formada por grandes familias domina la esfera política y se disputan el poder. El expresidente Benigno Aquino III es hijo del Aquino asesinado en 1983 durante la dictadura y su mujer, Corazón Aquino, que fue presidenta tras la caída de la dictadura conyugal. Imelda Marcos volvió al país y es ahora diputada. Su hijo, Bongbong Marcos no ha sido elegido vicepresidente en las últimas elecciones por muy poco. La elite económica y política se mezcla en un sistema que permite a esta clase dominante mantenerse en el poder. Así las cosas, el poder político en vez de buscar el bien común de la población, lucha por los intereses privados de la oligarquía que detiene la mayoría de las tierras. Ninguno de los gobiernos que han ido sucediéndose ha logrado reducir las desigualdades o detener el éxodo masivo de los filipinos (el 10% vive en el extranjero).


Si bien la dictadura de los Marcos dejó una deuda odiosa de las más colosales, la élite política actual también ama el latrocinio. Filipinas figura en 95° posición (sobre 168) en el ranking de percepción de la corrupción de Transparency International en 2015.





Desde una perspectiva puramente económica, el mandato de Aquino III ha sido bueno, con un crecimiento de 6% por año entre 2011 y 2015, un déficit inferior al 3% y una reducción de la deuda. Sin embargo, el desarrollo económico no es tan evidente y la riqueza no llega a todo el mundo: en 2012 un cuarto de la población vivía en la pobreza. La corrupción no disminuye y agangrena al archipiélago creando un clima inestable para la inversión local y extranjera.


Con el panorama ya descrito, no es tan de extrañar que buena parte de la población escogiera en un voto de hartazgo a un líder populista. Queda por ver qué rumbo toma la inacabada transición hacia una verdadera democracia en Filipinas. Por el momento, la mano dura de Duterte anticipa un régimen más autoritario y represivo.

bottom of page