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Sahara Occidental - Los olvidados de la descolonización

Ya queda lejano aquél tiempo en el que los saharauis vivían como nómadas. Aquél tiempo en el que caminaban libremente por las dunas del desierto con sus cabras y camellos en busca de lluvia. De ahí sale el nombre del documental “Hijos de las nubes” de Álvaro Longoria y Javier Bardem.


La gran anexión.


Cuando las potencias europeas se repartieron el continente africano en 1885 en la Conferencia de Berlín, los trazados fronterizos nunca tuvieron en cuenta a las diferentes etnias. A partir de ese momento, los saharauis se vieron cercados en territorios cerrados, privados de la libertad de errar por el desierto. A España se le atribuyó un pequeño territorio de 266 000 km², entre Marruecos y Mauritania: el Sahara Occidental. Desde entonces, las relaciones entre el país colonizador y los saharauis habían sido viables: había intercambio de costumbres y una sana convivencia. Incluso se tejieron lazos entre saharauis y españoles yendo a veces hasta el matrimonio. No obstante, el Frente Polisario se creó en 1973 para luchar por la independencia.


El 6 de noviembre de 1975, Hassan II, embriagado por su idea del “Gran Marruecos”, anuncia una ocupación del territorio saharaui, colonia española en ese momento. Fue algo sin precedentes, cerca de 350 000 marroquíes andaban por las calles. Centenares de banderas rojas poblaban todo ese gentío que bailaba en un ambiente festivo. Los saharauis, aun con la promesa de protección que el Ejército español les había hecho, temían la invasión inminente. España mandó tropas al norte del territorio, pero llegado el momento, ¿cómo disparar contra civiles desarmados, hombres, mujeres y niños confundidos? La Marcha Verde fue una maniobra de presión que empujó a una España fascista en crisis a ceder la colonia. Así pues, en violación flagrante del Derecho Internacional, España cedió dos tercios del territorio a Marruecos y un tercio a Mauritania en los Acuerdos Tripartitos de Madrid. Dicho esto, cabe subrayar la insistencia de Estados Unidos, aliado incondicional del ex Imperio Jerifiano, en un contexto de Guerra Fría. A partir de ese momento España “se olvida” de los saharauis y los deja a su suerte frente a un Marruecos que inicia la represión.


Derechos Humanos y parálisis internacional.


Arrestos, desapariciones, torturas, juicios desequilibrados, acosos, despidos, discriminación… los saharauis sufren innumerables injusticias mientras que el mundo gira la cabeza. Varias ONG, como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, han denunciado la violación de Derechos Humanos que comete Marruecos en el territorio anexionado. Lo ocurrido en Gdeim Izik en noviembre de 2010 atestigua el control y la censura que ejerce el rey Mohammed VI, hijo de Hassan II. Varias veces ha habido en ese tipo de eventos agresiones a periodistas extranjeros y a veces hasta su expulsión del país. Esta manifestación, supuestamente pacifica, donde miles de saharauis abogaban por el fin de la discriminación y del saqueo de sus riquezas se tornó en revuelta en El Aaiún. La prolongada violencia que ejercen las fuerzas del orden marroquís en total impunidad provoca la huida de los saharauis al Este. En la Hamada, apodado “desierto de los desiertos”, las temperaturas son extremas, los fuertes vientos arrastran la arena y corroen todo lo que encuentran a su paso, las tierras son completamente estériles. La Hamada, lugar de destierro de los saharauis que huyen la represión marroquí y donde ya viven según las estimaciones entre 90 000 y 200 000 almas. Otros se quedan en los “territorios ocupados” y se expresan, como ha ocurrido recientemente en una manifestación de indignados por el caso de Mohammed Lamin Haidala. Manifestación violentamente reprimida.


Durante la renovación de la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas por el Referéndum del Sahara Occidental) el 29 de abril de 2014, el Consejo de Seguridad una vez más olvidó añadir un mecanismo de control de los Derechos Humanos. Desde el alto el fuego en 1991, la MINURSO es la única misión de la ONU sin poder en dicha materia. Y no es ninguna casualidad. Cuando Estados Unidas propuso la ampliación del mandato en esa dirección en 2013, Mohammed VI se presentó rápidamente en la Casa Blanca, el 22 de noviembre. Finalmente, la propuesta fue retirada.


No obstante, fue una iniciativa que Francia nunca ha tenido, siempre oponiéndose a la integración en el mandato de una cláusula que permita monitorear y reportar el respeto de los Derechos Humanos en la zona. Marruecos representa su mayor comprador de armamento con 18% de las exportaciones francesas, delante de China según SIPRI. Francia, beneficiosa de veto en el Consejo de Seguridad, esa Francia para la cual esos Derechos y valores democráticos han sido sacralizados, ha vuelto a cerrar los ojos en 2014. He aquí una paradoja fundamental de la diplomacia. Ahora bien, Estados Unidos y el Hexágono “alientan” a su aliado marroquí a promover el respeto de dichos derechos.


El 20 de marzo de 2016, Marruecos expulsó a 75 miembros de la MINURSO para protestar contra las palabras de Ban Ki-Moon que calificó la situación del Sahara Occidental de “ocupación”. Actualmente se están negociando las condiciones de su restablecimiento entre la ONU y Marruecos.


La solución marroquí.


Desde la “invasión pacífica”, Marruecos controla el 80% del territorio de esta antigua colonia española. Territorio dividido por un muro de arena (“Muro de la Vergüenza” según los saharauis) de aproximadamente 2720 km de largo. Uno de los muros más militarizados del mundo que esconde bajo la arena cerca de 7 millones de minas. En los “territorios liberados” el Frente Polisario lucha por organización de un referéndum. Una lucha apoyada por Argelia, para la cual un acceso al Atlántico sería muy interesante. Dado que las dos partes no logran llegar a un acuerdo y Marruecos es reacio a una consulta, Mohammed VI ha iniciado una política de migración. La estrategia reside en incentivar a la población marroquí a instalarse en el Sahara Occidental, de tal forma a ganar votos en el lejano e hipotético referéndum que tendrá lugar cuando Mohammed VI esté seguro de ganar. Este hecho nos lleva directamente al problema principal de la consulta por el cual las partes no se ponen de acuerdo: el censo electoral. El Frente Polisario rechaza que los recién instalados decidan sobre la autodeterminación del Sahara Occidental.


Uno de los argumentos de legitimación que usa Marruecos es que ha contribuido enormemente al desarrollo de la zona gracias a importantes inversiones. Si la afirmación es incontestable, se puede encontrar un “pero”. Hay que tener en cuenta que gran parte de la riqueza marroquí proviene de la incesante explotación del territorio saharaui. La zona posee yacimientos de fosfato muy importantes y sus aguas cuentan entre las más ricas en peces del planeta. De hecho, un acuerdo con Marruecos autoriza la explotación de dichas aguas por Europa (y sobre todo por España)… ¿Pero alguien se pregunta si Marruecos tiene derecho a dar esa autorización?


Siguen a la espera.


Y mientras los recursos del territorio son explotados y sus derechos violados, los saharauis esperan la organización de un referéndum prometido en 1974 por España y en 1991 por la ONU. El olvido de la comunidad internacional en el que han caído los saharauis conviene a Marruecos, para quien la mejor solución es no encontrar solución. No obstante, la Señora Zuma, presidenta de la Comisión de la Unión Africana, en una carta dirigida a Ban Ki-moon ha incitado a incluir la protección de los Derechos Humanos en el mandato de la MINURSO el 30 de abril en su renovación.

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