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Canadá: otro lavado de cara

El 19 de octubre de 2015 salía victorioso Justin Trudeau y el Partido Liberal de Canadá (PLC) gracias a sus promesas, entre las cuales estaba la de cambiar la imagen de Canadá en la esfera internacional. Tras varios meses de en el gobierno, han surgido complicaciones para el mandato optimista del PCL. ¿Qué imagen mostraba Canadá? ¿Cuál quiere mostrar? ¿Qué ha cambiado hasta la fecha?




Los años de Harper y los conservadores


Tres gobiernos conservadores anteceden al actual giro liberal. Stephen Harper llegó al puesto de Primer ministro en 2006, fue reelegido en 2008 y en 2011. Como ya anunció en 2006, durante los últimos 9 años fue un Primer ministro “de transformación”.


El gobierno conservador quería reducir el papel del Estado recortando el presupuesto y restringiendo el gasto público, o reduciendo el número de funcionarios. De esta manera se buscaba controlar el crecimiento del Estado mientras se liberalizaban los mercados. El enderezamiento de las finanzas públicas así como la reducción de los presupuestos no se alcanzaron verdaderamente. Al contrario incluso, el gobierno fue acumulando los déficits presupuestarios, dejando dudas acerca de su compromiso real. El gran proyecto de hacer de Canadá una superpotencia energética, objetivo de Harper desde su primer mandato, se vio completamente bloqueado cuando Obama rechazó la construcción del oleoducto Keystone XL, indispensable para el desarrollo de la industria petrolífera. En Estados Unidos fue considerado como un gran triunfo para los ambientalistas. Para el proyecto canadiense, ya fragilizado por la bajada de los precios del petróleo, fue la sentencia de muerte. Este rechazo también fue en cierta forma la confirmación de las malas relaciones entre Estados Unidos y el Canadá conservador.

La política exterior canadiense durante esos 9 años se caracterizó por intentar cambiar esa percepción que tiene el mundo de Canadá, una nación mediadora, de cascos azules y de mantenimiento de la paz que favorita la ayuda humanitaria antes que las intervenciones militares. Así pues, el gobierno se centró en mostrar una faceta más guerrera. En 2006, tras la visita del Primer ministro a Israel, Canadá critico a la Autoridad Palestina y se colocó a favor de Israel. Pero este cambio de cabo molesto a buena parte de la población canadiense, que seguía atada al

Canadá pacífico y mediador.


Una de las promesas que jugó a favor de los liberales en la última campaña fue la de recibir a 25000 refugiados sirios antes de que acabara el año. Los conservadores no quisieron aumentar el número de acogidas y los neo demócratas se ciñeron a su plan inicial de recibir 46000 hasta 2019. Cuando las imágenes del niño Aylan dieron la vuelta al mundo esto tomo una importancia mayor. Así, el partido liberal mantenía la tradición de un Canadá abierto con la que muchos canadienses coincidían.



¿Cuán diferentes serán los años liberales?


Tras vencer en las elecciones federales de octubre de 2015, Trudeau anunció la vuelta de Canadá a la esfera internacional y a su rol tradicional de mediador. Los acontecimientos decidieron que la entrada del joven Primer ministro se hiciera de manera acelerada. Una oleada de reuniones internacionales se le vino encima. Tan solo en noviembre tuvieron lugar los atentados de Paris y la matanza de Boko Haram, la cumbre del G20 en Turquía, una reunión de cooperación económica de Asia y el Pacifico (APEC), una cumbre del Commonwealth en Malta… Pero esto le permitió conocer a la mayoría de los dirigentes internacionales, mostrar el rumbo que iba a tomar Canadá como hizo al defender su plan de acogida de refugiados en Londres. También eso permitió a Canadá mostrarse de nuevo como un negociador a tener en cuanto, dejando atrás la política de la silla vacía en las reuniones internacionales. Harper decidió una vez visitar una fábrica de buñuelos en Ontario antes que asistir a una Asamblea General de la ONU.


La nueva dirección que había tomado el gobierno se sentiría también en la COP21. Los conservadores habiéndose retirado del Protocolo de Kyoto, el giro de 180° que había tomado el nuevo gobierno liberal en materia medioambiental se notó de manera sustancial. En Paris, Canadá se mostró como facilitador y apoyo la conclusión del acuerdo.


Poco a poco, el entusiasmo post electoral se está agotando y el gobierno está matizando algunas de sus promesas. En primer lugar está la promesa de retirarse de las operaciones de bombardeo en Siria e Irak. Durante la campana anunciaron que retirarían los cazas CF-18 y favorecerían las misiones de entrenamiento de las fuerzas iraquíes. Los atentados de Paris o de Bruselas han dado al asunto otra dimensión. Tal medida podría encontrarse críticas tanto en los partidos de oposición como en los aliados que esperan de Canadá una implicación continuada.


Un contrato de armamento firmado por los conservadores en febrero de 2014 provoco una controversia en el país. Se trata de un contrato de venta de vehículos blindados por valor de 15 000 millones de dólares a Arabia Saudita. Tras el asunto de Raif Badawi y la ejecución de 47 personas por la monarquía wahabita, la dimensión del debate creció. Los liberales no quieren dejar de lado un contrato tan jugoso que además permite la creación de empleos en Ontario, una provincia que ha vuelta a manos liberales. Así, Trudeau se encuentra en una situación un tanto inconfortable, por ello el gobierno se ha dotado del derecho de anular las exportaciones hacia Arabia Saudita.


En cuanto a los refugiados, no se pudieron recibir a los 25 000 prometidos, tan solo 10 000 estaban en el país en enero de 2016.



Así pues, los años de mandato liberal que están por venir nos darán la respuesta, pero parece que Canadá esta otra vez, cambiando de cara y mostrando una faceta más proclive a colaborar en la mediación internacional.

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