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El microcrédito: ¿rompiendo el círculo de la pobreza?

El sector de las finanzas ha crecido de manera espectacular en las últimas décadas al igual que el número de bancos. Si algo ha quedado claro tras numerosos estudios, es que los bancos no prestan a los más pobres. Obviamente, un banco necesita garantías; estas garantías pueden ser un trabajo más o menos estable, un coche, una casa… Por esta razón, quien no es propietario de nada tiene muy difícil acceso al crédito.


La invención del microcrédito y su posterior promoción mediante el famoso Banco Grameen es el nuevo “El Dorado” para los más pobres. Veamos primero cómo funciona para entender las posibilidades que se pueden sacar de él.




¿Qué es el microcrédito?


Se trata de prestar a pequeña escala. Roodman lo define como “la provisión de servicios financieros a los pobres” de manera adaptada a ellos. Banerjee & Duflo hablan de “innovaciones que reducen el coste administrativo que conllevan los pequeños préstamos”. Por norma general, entre el 95% y el 98% de estos pequeños préstamos son devueltos. Además, es un importante instrumento para reducir el “gender gap” y apoyar financieramente a las mujeres en países en vías de desarrollo. Uno de los objetivos del microcrédito es el de facilitar la creación de pequeñas o micro empresas. Lo cierto es que el éxito de ésta rama de las finanzas ha suscitado el interés de inversores y bancos tradicionales en los últimos años.


¿Cómo funciona?


Hay una serie de mecanismos e innovaciones que resultan ser muy efectivas a la hora de prestar y hacer que el préstamo sea útil. He aquí los principios básicos.

  • Responsabilidad de grupo

Esto significa que los préstamos se conceden por grupos, lo cual implica que si un miembro del grupo hace impago se repercute sobre los demás miembros. Esta medida permite a la entidad prestadora deshacerse de buena parte de los costes de selección y seguimiento, ya que de eso se encarga el mismo grupo.


Al formar el grupo, los miembros se conocen y saben quién es responsable y quien no lo es. En este sentido, tienen más información que un banco que necesitaría informarse sobre el cliente. Por eso esto permite reducir la denominada “selección adversa”.


El seguimiento se efectúa automáticamente dentro del grupo, ya que los miembros responsables procuran asegurarse de que vayan a poder devolver el dinero. Así, los miembros, desde dentro del grupo pueden observar con mayor facilidad los esfuerzos de sus demás socios en ese sentido. De esta forma se reduce el riesgo moral, evitando que unos pocos se aprovechen del resto.


Ahora bien, si por algo es criticada esta característica es por el hecho de que los deudores –o el grupo deudor– prácticamente no toman riesgo alguno.

  • Incentivos dinámicos

El sistema funciona con incentivos progresivos, es decir, prestamos que aumentan su valor con los pagos satisfactorios (“progressive lending”). Al principio los clientes reciben pequeñas cantidades que van aumentando a medida que devuelven los préstamos con éxito. Esto permite el desarrollo de relaciones con los clientes en el tiempo y así identificar sus riesgos antes de ampliar las cantidades prestadas. Es una manera de limitar las pérdidas potenciales pero sin rechazar a un cliente desde el principio por no tener garantías (como hacen los bancos tradicionales). El impago significa la perdida de la posibilidad de pedir préstamos superiores en el futuro.


Mientras solo haya un banco que actúe de tal manera todo va bien; el problema surge cuando varios bancos practican el microcrédito en la misma zona. La competencia disminuye el poder de este tipo de incentivos ya que los prestatarios pueden ir a varios bancos a pedir. Si en el Banco A no ha podido devolver el préstamo, pues se va al banco B o al C. Por esta razón si la competencia aumenta, la necesidad de una agencia de rating centralizada se hace más patente.

  • Frecuencia de financiación e interacción social

El periodo típico para la refinanciación es de una semana. Esto significa que el préstamo se hace para un plazo semanal. Así se ve enseguida quién es disciplinado y quién no. La refinanciación comienza antes de que cualquier inversión o proyecto pueda dar beneficios (una semana) por lo tanto el deudor o el grupo necesita una fuente de ingresos adicional. Esto ayuda a que los clientes diversifiquen sus ingresos y reduzcan su riesgo.


Varios estudios concluyen que cuanto mayor es el periodo de refinanciación, mejor es para la inversión pero peor para el impago. Esta característica se enfrenta al evidente problema de la estacionalidad (por ejemplo en la agricultura).

  • Tentación y autocontrol

¿Qué pasa si el crédito fácil cae en manos de gente pobre sin autocontrol o responsabilidad? ¿Qué pasa si se lo gastan todo en tabaco o en alcohol? Lo cierto es que la realidad refleja lo contrario. El crédito fácil no refuerza los problemas de autocontrol, sino que más bien ayuda a la gente a responsabilizarse. El microcrédito ayuda a la gente a fijarse un plan de ahorro.


Pero por si acaso, también está pensado. Por ejemplo, se requiere a todos los deudores que contribuyan a un fondo de emergencia (un pequeño porcentaje del préstamo, por ejemplo del 0,5%) que sería el seguro del banco frente a impagos, discapacidades o defunciones…


¿Y esto funciona?


No todo es perfecto y no se va a acabar con la pobreza con estas innovaciones financieras, eso es obvio. Los pobres de los pobres, ergo los más pobres, suelen quedar excluidos. No por culpa del banco, sino porque no tienen oportunidades para hacer un buen uso del dinero prestado. Imagina que eres pobre y te dan una gallina… ella te puede dar huevos que vas a vender y poco a poco sacar beneficio. Pero si eres muy pobre y no tienes nada que darle de comer o siquiera algo para evitar que te la roben, entonces no te sirve de mucho. Otra fragilidad del sistema de microcrédito es que es más costoso hacer préstamos pequeños a mucha gente que un préstamo grande a una persona, por ello hace falta trabajar en la sostenibilidad del susodicho sistema.


Varios estudios recientes sugieren que el impacto en el consumo es limitado. Ahora bien, tiene un rol muy importante a la hora de ahorrar y, de esta forma, reducir el consumo de bienes de tentación (tabaco, alcohol…) en favor de bienes durables. Además, a largo plazo se nota un efecto positivo en la formación de empresas. Por si fuera poco, esta opción que se les da a los pobres con el microcrédito les permite crearse un historial crediticio que les facilita el acceso a los intermediarios financieros tradicionales.


El ejemplo del Banco Grameen es muy significativo. Fue creado en Bangladesh por un doctor en economía, Muhammad Yunus, que recibió el premio Nobel de la Paz en 2006 junto con su organización por “sus esfuerzos por crear desarrollo económico y social desde abajo”. Cuenta con más de 20 millones de clientes activos y el préstamo medio equivale a $114. Al principio el banco fue apoyado por el gobierno con el fin de luchar contra la pobreza pero al resultar económicamente viable la empresa es ahora privada.


Nuevos horizontes


Otros campos que van de la mano con el microcrédito también se están desarrollando. Es el caso de los microseguros que se centran en la gente que las aseguradoras comerciales excluyen; o del microahorro favorecido sobre todo por las organizaciones de caridad.


A raíz de esto, se habla cada vez más de finanza social. Se trata de programas que tienen como objetivo mejorar el acceso a los servicios financieros para los pobres gracias a la innovación. Aunque muchas instituciones de microcrédito lo hagan, pocas son viables. De hecho, la mayoría están subvencionadas. Por eso, y para lavar su imagen (ahora que se le da importancia con esto de la responsabilidad social corporativa) los bancos tradicionales tienen una rama en este sector. Aunque si se han apuntado a la finanza social para con su misión social y no para sacar beneficios, el desafío sigue siendo el de conjuntar metas sociales con beneficios a poder ser.


Como ejemplo se puede citar al bono GAVI. GAVI (“Global Alliance for Vaccination and Immunization”) implica a organizaciones internacionales, fundaciones, empresas farmacéuticas… Goldmans Sachs, colaboró también al sacar un bono para financiar campañas de vacunación. He aquí una forma de usar las finanzas para una “buena causa”.

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